domingo, 19 de febrero de 2017

Vida Inútil



Un granjero se puso tan viejo que no podía trabajar ya más en los campos. Así que se pasaba el día solo sentado en el porche. Su hijo, aún trabajando en la granja, miraba arriba de vez en cuando y veía a su padre sentado allá. "No es de ningún uso ya más", el hijo pensaba para sí, "¡no hace nada!"

Un día el hijo se puso tan frustrado por esto, que construyó un ataúd de madera, lo arrastró hasta el porche, y le dijo a su padre que se metiera adentro. Sin decir nada, el padre se encaramó y entró. Después de cerrar la tapa, el hijo arrastró al ataúd hasta el borde de la granja en donde había un alto risco. Cuando se acercaba a la caída, escuchó un ligero golpeteo en la tapa desde adentro del ataúd. Lo abrió. Aún yaciendo allí pacíficamente, el padre miró a su hijo. "Sé que me vas a lanzar al peñasco, pero antes de que lo hagas, puedo sugerirte algo?" "¿Qué es?", replicó el hijo. "Lánzame sobre el peñasco, si lo quieres," dijo el padre, "pero salva este ataúd de buena madera. Tus hijos podrían necesitar usarlo."


Aquí vemos una sutil sugerencia de la Ley del Karma: Si lanzas al peñasco a tu padre en un ataúd, pueda ser que en ese mismo ataúd tus hijos te lancen a ti también.

Un comentario de un lector de esta historia: "Esta historia me recuerda cuando mi padre estaba en una depresión. Pero nosotros no lo lanzamos sobre un risco. La familia se unía y lo ayudaba a recuperarse."



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